Aunque
todo tenga un final, hay cosas que duran más tiempo del que en un
principio hubiéramos imaginado. Conocidos que se convierten en
grandes amigos, trabajos accidentales que pasan a ser indefinidos,
relaciones pasajeras que acaban en boda, proyectos que se prolongan
pidiéndonos más energía de la deseada, ideas que empiezan como una anécdota y terminan cobrando vida y teniendo personalidad propia.
Empecé este blog describiéndolo como algo inevitable, pero con el
tiempo ha pasado a ser algo imparable y sus historias le han dotado
de una inercia que ya no puedo detener.
Si
voy a seguir en esta aventura es en parte gracias a la comunidad
lectora que imprevisiblemente ha surgido. Sé que una gran mayoría
son seguidores incondicionales, pero también hay franceses que
quieren conocer la impresión causada en un extranjero, españoles
curiosos que buscan ir más allá de las historias felices de
"españoles en el mundo" y, sobre todo, emigrantes que se
hallan en la misma situación que yo y que, de una u otra manera, se
sienten identificados. Cada semana repaso sorprendido la procedencia
de los lectores para recorrer la geografía de la emigración
española: Francia, Reino Unido, Irlanda, Bélgica, Italia, Alemania,
Polonia, Estados Unidos, México, Panamá, Chile, Singapur e incluso
Australia. No olvidemos que oficialmente somos más de dos millones
de emigrantes y que una buena parte no figura en las estadísticas
(yo mismo me inscribí en el censo de "españoles residentes en
el extranjero" cuando ya llevaba cuatro años viviendo en
Francia y lo hice sólo porque me vi obligado
si quería casarme en el extranjero).
Hace
poco soñé que me reencontraba con todos esos amigos que tengo
perdidos en el mundo y que tan difícil me resulta volver a ver.
Muchos de ellos también son arquitectos y coincidimos en un
aeropuerto, terreno neutral donde los haya y punto de partida de
nuestros divergentes caminos. Nos contamos las experiencias que la
vida nos había deparado en cada destino y mientras hablábamos se
unieron viejos amigos que también pasaban por allí. La conversación
duró menos de lo que nos hubiera gustado, pues se acercó la hora de
salida de nuestros aviones y cada uno volvió al país que le había
llamado. Tal vez nos reencontremos en España algún día, en algún
bar.
Me
considero un exiliado más que un emigrante porque los motivos de mi
partida, por encima de mi propia voluntad, fueron consecuencia de
desafortunadas decisiones políticas. La incompetencia de nuestros
gobernantes nos empujó a muchos a abandonar nuestro país no para
hacer fortuna o por ánimo aventurero (como insisten en vender), sino
para llevar una vida digna dedicándonos a una profesión en cuyo
estudio empleamos mucho tiempo y esfuerzo y por la que un día nos
prometieron un trabajo decente. Se trata de los mismos políticos que
nos ponen mil obstáculos para votar desde el extranjero, sabiendo
que nuestra opinión no les conviene. Se trata de los mismos
políticos que se han olvidado de nosotros y no hacen nada para que
volvamos, para recuperar unos trabajadores en los que han invertido
dinero público en formar. Se trata de los mismos políticos que se
vanaglorian de crear un empleo precario e insuficiente para hacernos
volver.
Todo
lo que cuento en este blog es real: son historias que he vivido en
primera persona, aunque a veces los enredos de la vida las vuelvan
difíciles de creer, y que describo sabiendo bien de lo que hablo.
Son experiencias narradas en diagonal, que saltan la frontera entre
Francia y España para enriquecerse del intercambio cultural. Son
visiones formadas en los ojos de quien lleva ya más de seis años
viviendo en el extranjero. Son opiniones respaldadas por el paso del
tiempo.
Cuando
empecé este blog me comprometí a escribir durante sólo tres meses
porque un cambio importante había sido programado para enero. El
cambio ya ha llegado y he
aprendido una vez más que las cosas, sobre todo las más esperadas,
nunca suceden como pensamos. Mi vida acaba de cambiar drásticamente
(ya dedicaré un artículo a ello) y aunque ahora tenga menos tiempo
para escribir, todavía tengo muchas historias que contar y ganas de
continuar. Para
celebrar estos tres meses he encontrado una foto tomada en Lyon que
muestra los guiños que la vida nos da de vez en cuando. Una pequeña
bocanada de aire para recobrar las fuerzas necesarias que nos
permitan seguir adelante y no olvidar que debemos cuidar lo que
hacemos, pues sus consecuencias son imparables.
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