domingo, 1 de enero de 2017

Televisión Marca España

Somos fácilmente manejables. Quienes mueven los hilos cambian, pero el principio es el mismo. Los mecanismos de control son cada vez más numerosos y la tecnología ocupa el rol que antes correspondía a los medios de comunicación. Las nuevas aplicaciones e innecesarios accesorios amansan con éxito a un creciente rebaño. Aún así, no podemos obviar el papel que sigue desempeñando la televisión. Los españoles que vivimos en el extranjero solemos seguir Televisión Española Internacional para no perder el contacto con nuestro país de origen, pero se ha convertido en un objeto tan manipulado por la malograda "marca España", que a veces cuesta reconocer.

Cuando estas fechas nos sorprenden lejos de nuestra patria, nos reconforta saber lo que sucede en ese lugar que un día dejamos, aunque sólo sea para recordar nuestra infancia o juventud. TVE propone algunas emisiones fundamentales, como el sorteo de lotería, el discurso del Rey, las campanadas de la Puerta del Sol o el concierto de Año Nuevo. Otras son más prescindibles, como la programación de Nochebuena o la gala de Nochevieja, pero el hecho de ver lo mismo que nuestra familia y amigos, nos acerca un poco más a ellos. Y junto con los turrones que podemos encontrar en bastantes supermercados (al menos en Francia), la distancia desaparece o se hace más llevadera.

Durante el resto del año, TVE Internacional acusa el efecto de un filtro impuesto por un ambiguo y peligroso interés general. En un afán de hacer un producto enteramente español, buque insignia de esa "marca España" que tanto les gusta mencionar a nuestros políticos, nos encontramos con una mezcla de emisiones que, dependiendo del día y la hora, da ganas de apagar el televisor. Lo que debería ser una combinación de los mejores programas de las cadenas públicas, se convierte en una versión censurada de la Primera. Para empezar, desaparecen los espacios que no son de producción propia. Atrás quedan las películas y series extranjeras. Sólo veremos las castizas cintas que proponen "versión española" o "cine de barrio" (Paco Martínez Soria y Pajares y Esteso en cabeza). Y como los programas propios no son tan abundantes como deberían, se repiten hasta la saciedad.

Comprendo que el gobierno quiera promocionar el país con productos que fomenten el orgullo patrio y mejorar así nuestra degradada imagen en el extranjero, pero incluso admitiendo esta premisa, algunas decisiones son cuestionables. Por ejemplo, ¿por qué no emiten ningún evento deportivo? Si tanto nos enorgullecen nuestros éxitos deportivos, ¿por qué no difundir los partidos de fútbol de equipos españoles que son emitidos por la televisión pública en España? Lo mismo podríamos decir de los encuentros de tenis, baloncesto o de cualquier otro deporte. En la parrilla de TVE internacional no aparece nunca un evento deportivo. Otra cuestión difícil de explicar es por qué la programación cambia dependiendo del continente en que nos encontremos. Lejos de las diferencias horarias que deben asumir las emisiones en directo, los programas y su orden cambian, como si la imagen que se quiere transmitir fuera distinta dependiendo del público al que va dirigida.

Así que me pregunto cuál es el objetivo real de TVE internacional, un servicio público que debería ser objetivo, lejos de los gustos del gobierno de turno. Si fuera que los expatriados nos sintamos como en casa, el vacío de las emisiones deportivas sería imperdonable. Si fuera mejorar nuestra imagen en el extranjero, recordemos que, salvo en América, una mayoría de espectadores no habla español y no dura más de cinco minutos ante la pantalla. Poco les importa que los espacios libres entre cada programa repitan anuncios de la socorrida "marca España" diciendo lo buenos, fuertes y guapos que somos. Tal vez el verdadero objetivo sea reducir el complejo de inferioridad presente en la mayoría de los españoles, que tan poco nos ayuda cuando vivimos en el extranjero.

No nos engañemos: la mayor parte de los espectadores son emigrantes que, como yo, quieren saber qué pasa en su país, escuchar su lengua materna y sentirse como en casa cuando saben que es físicamente imposible. No queremos que nos manipulen para hacernos volver, ignorando que los problemas que nos hicieron partir siguen existiendo. No queremos que nos vendan una España ideal donde todo es perfecto. Queremos ver nuestro país con sus encantos y sus defectos. Porque es la tierra en donde nacimos, que no elegimos y, como nuestra familia, aceptamos tal y como es.

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