Somos
fácilmente manejables. Quienes mueven los hilos cambian, pero el
principio es el mismo. Los mecanismos de control son cada vez más
numerosos y la tecnología ocupa el rol que antes correspondía a los
medios de comunicación. Las nuevas aplicaciones e innecesarios
accesorios amansan con éxito a un creciente rebaño. Aún así, no
podemos obviar el papel que sigue desempeñando la televisión. Los
españoles que vivimos en el extranjero solemos seguir Televisión
Española Internacional para no perder el contacto con nuestro país
de origen, pero se ha convertido en un objeto tan manipulado por la
malograda "marca España", que a veces cuesta reconocer.
Cuando
estas fechas nos sorprenden lejos de nuestra patria, nos reconforta
saber lo que sucede en ese lugar que un día dejamos, aunque sólo
sea para recordar nuestra infancia o juventud. TVE propone algunas
emisiones fundamentales, como el sorteo de lotería, el discurso del
Rey, las campanadas de la Puerta del Sol o el concierto de Año
Nuevo. Otras son más prescindibles, como la programación de
Nochebuena o la gala de Nochevieja, pero el hecho de ver lo mismo que
nuestra familia y amigos, nos acerca un poco más a ellos. Y junto
con los turrones que podemos encontrar en bastantes supermercados (al
menos en Francia), la distancia desaparece o se hace más llevadera.
Durante
el resto del año, TVE Internacional acusa el efecto de un filtro
impuesto por un ambiguo y peligroso interés general. En un afán de
hacer un producto enteramente español, buque insignia de esa "marca
España" que tanto les gusta mencionar a nuestros políticos,
nos encontramos con una mezcla de emisiones que, dependiendo del día
y la hora, da ganas de apagar el televisor. Lo que debería ser una
combinación de los mejores programas de las cadenas públicas, se
convierte en una versión censurada de la Primera. Para empezar,
desaparecen los espacios que no son de producción propia. Atrás
quedan las películas y series extranjeras. Sólo veremos las
castizas cintas que proponen "versión española" o "cine
de barrio" (Paco Martínez Soria y Pajares y Esteso en cabeza).
Y como los programas propios no son tan abundantes como deberían, se
repiten hasta la saciedad.
Comprendo
que el gobierno quiera promocionar el país con productos que
fomenten el orgullo patrio y mejorar así nuestra degradada imagen en
el extranjero, pero incluso admitiendo esta premisa, algunas
decisiones son cuestionables. Por ejemplo, ¿por qué no emiten
ningún evento deportivo? Si tanto nos enorgullecen nuestros éxitos
deportivos, ¿por qué no difundir los partidos de fútbol de equipos
españoles que son emitidos por la televisión pública en España?
Lo mismo podríamos decir de los encuentros de tenis, baloncesto o de
cualquier otro deporte. En la parrilla de TVE internacional no
aparece nunca un evento deportivo. Otra cuestión difícil de
explicar es por qué la programación cambia dependiendo del
continente en que nos encontremos. Lejos de las diferencias horarias
que deben asumir las emisiones en directo, los programas y su orden
cambian, como si la imagen que se quiere transmitir fuera distinta
dependiendo del público al que va dirigida.
Así
que me pregunto cuál es el objetivo real de TVE internacional, un
servicio público que debería ser objetivo, lejos de los gustos del
gobierno de turno. Si fuera que los expatriados nos sintamos como en
casa, el vacío de las emisiones deportivas sería imperdonable. Si
fuera mejorar nuestra imagen en el extranjero, recordemos que, salvo
en América, una mayoría de espectadores no habla español y no dura
más de cinco minutos ante la pantalla. Poco les importa que los
espacios libres entre cada programa repitan anuncios de la socorrida
"marca España" diciendo lo buenos, fuertes y guapos que
somos. Tal vez el verdadero objetivo sea reducir el complejo de
inferioridad presente en la mayoría de los españoles, que tan poco
nos ayuda cuando vivimos en el extranjero.
No
nos engañemos: la mayor parte de los espectadores son emigrantes
que, como yo, quieren saber qué pasa en su país, escuchar su lengua
materna y sentirse como en casa cuando saben que es físicamente
imposible. No queremos que nos manipulen para hacernos volver,
ignorando que los problemas que nos hicieron partir siguen
existiendo. No queremos que nos vendan una España ideal donde todo
es perfecto. Queremos ver nuestro país con sus encantos y sus
defectos. Porque es la tierra en donde nacimos, que no elegimos y,
como nuestra familia, aceptamos tal y como es.
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